Los hipocampos se alimentan de presas huidizas y muy sensibles a los cambios, capaces de sentir cualquier deformación en el agua circundante. Investigadores estadounidenses han averiguado su truco para cazar: es la forma de la cabeza lo que les permite moverse sin perturbar su entorno.
A pesar de ser nadadores muy lentos, los caballitos de mar (género Hippocampus) se alimentan principalmente de presas evasivas, que son capaces de detectar cualquier pequeña deformación en el agua que las rodea.
Hasta el momento se desconocía cómo los caballitos lograban acercarse lo suficiente a sus presas sin ser detectados.
Una investigación que se publica en Nature Communications, liderada por la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Minnesota, en EE UU, explica que es la forma de su cabeza lo que les permite moverse de forma sigilosa perturbando lo menos posible el agua.
“El agua alrededor del hocico del caballito de mar apenas se mueve mientras se acercan a la presa. Asimismo, el cuello arqueado de su cabeza actúa como un resorte y les permite aproximarse para atacar a sus presas a una distancia relativa”, según el estudio.
Para llegar a esta conclusión utilizaron técnicas de holografía digital, que les permitió capturar imágenes en 3D y ver cuál era la función de la forma de la cabeza.
Además, compararon estos resultados con las perturbaciones en el agua que dejan los peces pipa, parientes cercanos de los caballitos de mar pero con una forma de la cabeza diferente, y comprobaron que su teoría era cierta. Es la cabeza lo que les permite moverse con sigilo.