El tratamiento del lupus eritematoso sistémico se ha basado tradicionalmente en la administración de glucocorticoides por vía oral. Sin embargo, a medio y largo plazo estos fármacos producen efectos secundarios graves. Investigadores del País Vasco recomiendan limitar su administración y favorecer el uso de antipalúdicos como tratamiento de base.
El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad crónica autoinmune con una gran variabilidad en el alcance y gravedad según el paciente y que puede afectar a diversos órganos, especialmente la piel, las articulaciones y los riñones. Aproximadamente, nueve de cada diez pacientes son de sexo femenino, y aparece en una de cada mil mujeres.
Un nuevo estudio, liderado por el Hospital Universitario Cruces de Vizcaya y publicado en la revista Rheumatology, analiza el tratamiento actual de la enfermedad. Basándose en dichos resultados y en los de estudios previos, el tratamiento que recomiendan a los pacientes limita la administración de glucocorticoides (prednisona).
Según explica Guillermo Ruiz Irastorza, jefe de la Unidad de Investigación de Enfermedades Autoinmunes del centro vasco, el lupus se ha tratado tradicionalmente con glucocorticoides de manera preferente, a pesar de conocerse desde hace años sus graves efectos secundarios.
“Los médicos sabíamos que administrar dosis altas de prednisona de forma mantenida produce daño irreversible, como osteoporosis, necrosis avascular ósea, diabetes o cataratas. Sin embargo, se tendía a asumir esos efectos secundarios como un precio inevitable a pagar a cambio de controlar la enfermedad”, afirma.
Por otra parte, investigaciones recientes del mismo grupo apuntan a que dosis menores de glucocorticoides podrían ser igualmente eficaces. Además, en las formas más graves, la terapia de pulsos, es decir, la administración de forma puntual de altas dosis por vía endovenosa es altamente efectiva y, probablemente, no conlleva tantos efectos adversos.
Así pues, los científicos decidieron analizar la relación entre el tratamiento con prednisona por vía oral durante cuatro años desde el momento del diagnóstico y el daño acumulado durante los primeros cinco años. Para completar el estudio también investigaron el efecto de otro glucocorticoide, la metilprednisolona, administrada por vía endovenosa, a altas dosis y de forma puntual, en los momentos en el que la enfermedad se manifiesta con mayor severidad.
En el trabajo participaron 230 pacientes, de las cuales 206 eran mujeres. La edad media a la cual les diagnosticaron el lupus era de 35,75 años. “Vimos que, al final del cuarto año, el 80% había sido tratada con prednisona en algún momento, y al quinto año, casi 4 de cada 10, el 37,8 %, había desarrollado daño”, detalla Ruiz Irastorza. Significativamente, las pacientes con daño habían recibido mayores dosis de prednisona (10,4 mg/día frente a 6 mg/día en las pacientes sin daño).
En el estudio específico del daño directamente atribuible al uso de glucocorticoides, los resultados fueron similares, con dosis medias diarias de 11 vs. 7 mg/día, respectivamente. No solo eso: tal y como sugerían estudios previos, comprobaron que la asociación con el daño comenzaba a partir de dosis medias de 7,5 mg/día. “Es decir, que a partir de esa dosis, pueden aparecer los efectos secundarios permanentes”. Por el contrario, los pulsos de metilprednisolona no se asociaron a ningún tipo de daño.
Antipalúdicos para tratar el lupus
Estos resultados han confirmado la bondad de las pautas utilizadas en el Hospital Universitario Cruces desde hace ya varios años. Ruiz Irastorza destaca que el tratamiento de base en los pacientes con LES deben ser los antipalúdicos, concretamente la hidroxicloroquina, ya que, según asegura, “está probado que son más eficaces a largo plazo que los glucocorticoides para controlar el lupus y, al mismo tiempo, tienen muchos menos efectos secundarios. El papel de estos últimos debe restringirse al manejo de los brotes de actividad de la enfermedad”.
“El efecto beneficioso de los antipalúdicos sobre el LES se descubrió casualmente durante la Segunda Guerra Mundial”, explica el doctor. “Se ha visto que como tratamiento de base prolongado son ideales para controlar el lupus, incluso como monoterapia en muchos pacientes, con efectos constatados sobre la supervivencia a largo plazo. Así, reservamos los glucocorticoides para su administración en periodos de actividad, y sabemos que, en los casos más graves, podemos administrar de forma segura y eficaz pulsos de metilprednisolona. En tratamientos de mantenimiento, la dosis de prednisona no debe exceder los 5 mg/día, por lo que en ocasiones debemos asociar otros fármacos inmunosupresores. Creemos que estas pautas combinadas que utilizamos suponen una alternativa más segura y eficaz para los pacientes con LES”, concluye.
Referencia bibliográfica:
Ruiz-Arruza I, Ugarte A, Cabezas-Rodriguez I, Medina J-A, Moran M-A, Ruiz-Irastorza G. “Glucocorticoids and irreversible damage in patients with systemic lupus erythematosus”. Rheumatology 2014 (epub ahead of print). FI 4,212