Una nueva investigación muestra que los recién nacidos que han estado expuestos a la nicotina, tanto por tener madres fumadoras activas como pasivas, presentan peores respuestas fisiológicas, sensoriales, motoras y atencionales.
Fumar durante el embarazo se ha relacionado con diversos problemas en la descendencia, como problemas de aprendizaje, trastorno por déficit de atención con hiperactividad e incluso obesidad.
Sin embargo, aunque los trastornos pediátricos y obstétricos relacionados con el tabaco en esta etapa están bien definidos, los efectos en el comportamiento neonatal todavía han sido poco estudiados.
Una nueva investigación, liderada por expertos del Centro de Evaluación y Medida de la Conducta (CRAMC) de la Universidad Rovira i Virgili y publicada en la revista Early Human Development, da un paso más allá y analiza también los efectos en el recién nacido del consumo pasivo de tabaco durante el embarazo.
Los científicos evaluaron el comportamiento de 282 recién nacidos sanos mediante la Escala de Evaluación del Comportamiento Neonatal, que permite interactuar con el recién nacido y evaluar su comportamiento y respuestas, entre las 48 y las 72 horas de vida.
De las madres estudiadas, el 22% fumaron durante el embarazo y apenas el 6% se expusieron pasivamente al humo de tabaco. De las fumadoras, el 12,4% consumían entre 1 y 5 cigarrillos por día; un 6,7% entre 6 y 10; y un 2,8% de 10 a 15 diarios. Ninguna de las madres fumaba más de 15 cigarrillos por día.
“Los recién nacidos que han estados expuestos intrauterinamente a la nicotina –tanto de manera activa como pasiva– presentan afectación en varios aspectos de su desarrollo neuroconductual que pueden ser indicadores de futuras patologías, independientemente de factores sociodemográficos, obstétricos y pediátricos”, explican a SINC Josefa Canals y Carmen Hernández, autoras principales del trabajo.
Los resultados revelan que los hijos de madres fumadoras y de fumadoras pasivas presentan peores puntuaciones en la habilidad para inhibir estímulos que pueden alterar el sistema nervioso central. Además, los hijos de fumadoras pasivas poseen un peor desarrollo motor, y los de fumadoras, menor habilidad para regular las conductas y respuestas en los ámbitos fisiológicos, sensoriales, motores y atencionales.
“Los profesionales de la salud deberían alentar a las futuras madres y a sus familiares cercanos para eliminar o reducir su consumo de tabaco”, sostiene Canals, que subraya la importancia de informar de los efectos de la exposición al humo involuntario para prevenir el daño directo en el feto y el desarrollo infantil.
Humo en los embarazos
Fumar durante el embarazo es uno de las mayores causas modificables de enfermedad y muerte tanto para la mujer embarazada como para el feto. Sin embargo, los estudios epidemiológicos muestran que entre el 11% y el 30% de las mujeres embarazadas fuman o están expuestas pasivamente al humo del tabaco.
Cuando una mujer embarazada fuma, la concentración de nicotina en el feto alcanza niveles un 15% mayor que los que existen en la madre. En España, el 43,5% de las mujeres entre 25 y 44 años fuma, porcentaje que cae durante el embarazo hasta alrededor del 26,6%.
“Pero aunque las mujeres tienden a reducir su consumo regular de cigarrillos al quedarse embarazada, es fundamental estudiar los efectos de la exposición a pequeñas cantidades de tabaco en el desarrollo fetal”, concluyen Canals y Hernández.
Referencia bibliográfica:
Carmen Hernández-Martínez, Victoria Arija Val, Joaquín Escribano Subías, Josefa Canals Sans. “A longitudinal study on the effects of maternal smoking and secondhand smoke exposure during pregnancy on neonatal neurobehavior”. Early Human Development 88:403–408, junio de 2012.
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