Los huevos de los pájaros tienen una variedad asombrosa de formas. Desde elípticas en colibríes, esféricas en búhos a ovoides puntiagudas en aves limícolas. Hasta ahora, no se sabía cómo y por qué han evolucionado hasta presentar diferentes diseños. Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Princeton (EE UU) ha descubierto que estas formas dependen de las adaptaciones del ave al vuelo.
El diseño del huevo aviar ha fascinado a los seres humanos durante milenios –incluso Aristóteles escribió al respecto–, pero todavía faltaba una respuesta a esta simple pregunta: ¿Por qué y cómo evolucionaron?
Las teorías acerca de la forma de los huevos han sido muchas y de diverso alcance. Algunas sostienen que las aves rupícolas ponen huevos más cónicos que ruedan en un pequeño círculo, de manera que no se caen por el borde del acantilado; otras defienden que los huevos tienen diferentes aspectos para que la eficacia de la incubación sea mayor dependiendo de la cantidad de huevos en una nidada.
Ahora, un nuevo estudio, que es portada de la revista Science, ofrece evidencias que sugieren que la apariencia de los huevos depende de las adaptaciones del ave al vuelo. Dichos resultados contradicen las teorías que sugieren que la historia de vida o el hábitat de anidación es el factor principal.
"A diferencia de las hipótesis clásicas, descubrimos que el vuelo puede influir en la forma del huevo. Las aves que son buenas voladoras tienden a colocar huevos asimétricos o elípticos. Además, la membrana elástica del huevo, no la cáscara dura, es responsable de generar la diversidad de diseños de huevo que vemos en la naturaleza", dice la autora principal del estudio, Mary Caswell Stoddard, de la Universidad de Princeton (EE UU).
Clasificar la forma de casi 50.000 huevos
Portada de la revista Science
Para desentrañar este misterio, Stoddard y su equipo analizaron el aspecto de 49.175 huevos que representan a cerca de 1.400 especies de 37 órdenes, de las cuales dos eran de especies extintas. Para ello, los científicos los clasificaron de acuerdo con su asimetría o elipticidad, y analizaron una gran cantidad de parámetros biométricos, medioambientales y de historia de vida de todas las especies.
Utilizaron un proceso multidisciplinario que constó de múltiples pasos, aplicando herramientas de informática, biología comparada, matemáticas y biofísica. Al combinar la potencia del análisis de imágenes digitales de alto rendimiento con la riqueza de datos de la colección de huevos de museos, el equipo pudo mapear el mundo de las formas de huevo.
¿El huevo más asimétrico? El de la menudilla, una pequeña ave que anida en el suelo cerca del agua de pantanos. ¿El más elíptico? El huevo en forma de sandía del talégalo maleo, una especie indonesia que incuba sus huevos, enterrándolos en la arena calentada por el sol o en suelos volcánicos.
Las mediciones biométricas tomadas de especímenes de museos se utilizaron para calcular el índice mano-ala (HWI, por su siglas en inglés), una representación estándar para medir la eficacia del vuelo y la capacidad de dispersión de las aves.
Mediante el estudio, los investigadores descubrieron que la forma de los huevos –su asimetría y elipticidad– no guarda relación con el tamaño de la nidada, la modalidad de desarrollo, los factores ambientales o las características del nido, pero sí encontraron una correlación entre la forma de los huevos y el HWI.
Dado que se sabe con seguridad que el HWI está relacionado con la eficacia del vuelo, estos resultados sugieren la intrigante posibilidad de que las adaptaciones al vuelo sean factores fundamentales para la variación en la forma de los huevos de las aves, según los autores.
Referencia bibliográfica:
Mary Caswell Stoddard, Ee Hou Yong, Derya Akkaynak, Catherine Sheard, Joseph A. Tobias, L. Mahadevan. “Avian egg shape: Form, function, and evolution” Science 356, 23 de junio de 2017.