Un proyecto cofinanciado por la Comisión Europea con un millón de euros, y en el que participan un total de 10 instituciones, promueve el desarrollo de una política marítima integrada ligada a nuevos sectores estratégicos: minería, turismo, energías renovables, acuicultura y recursos biogenéticos. Las zonas de estudio se han centrado en el Golfo de Cádiz y el Mar de Irlanda.
La Comisión Europea ha cofinanciado el proyecto Transboundary Planning in the European Atlantic (TPEA) sobre la política marítima integrada de la zona europea del Atlántico. Dos de los principales resultados de este trabajo fueron, por un lado, la edición de esta guía de buenas prácticas para la gestión marítima transfronteriza y la creación de un mapa interactivo elaborado por el Instituto Español de Oceanografía que muestra múltiples datos de interés para la gestión y el estudio de la zona del Golfo de Cádiz.
Juan Luis Suárez, investigador del grupo Ordenación del Litoral y Tecnologías de Información Territorial de la Facultad de Geografía e Historia de la Universida de Sevilla, ha sido el responsable de analizar las diferentes políticas y administraciones implicadas en la gestión de la zona atlántica europea para elaborar una planificación espacial marítima transfronteriza en esta área. En este plan participan la Universidad de Liverpool, el Instituto Español de Oceanografía y el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), entre otros .
Este estudio ha focalizado su actuación en dos zonas transfronterizas: el mar de Irlanda (implicando a Irlanda y Reino Unido) y el Golfo de Cádiz (España y Portugal).
Así, además de analizar el contexto socioeconómico y las principales actividades marinas y costeras en ambas zonas, se ha descrito la fisiografía y oceanografía de estos espacios marítimos.Todo ello para buscar oportunidades conjuntas tanto en los sectores tradicionalmente ligados al mar como en otros emergentes.
Juan Luis Suárez explica que este proyecto se pone en marcha "como consecuencia de la diversificación e intensificación de los usos marinos que se ha experimentado durante los últimos años en Europa, surgiendo nuevas demandas y necesidades, sobre todo vinculadas al desarrollo de la energía eólica marina”.
La creación de este Plan Espacial Marítimo supone un mecanismo clave para alcanzar el denominado crecimiento azul y uso responsable del medio ambiente marino en las zonas transfronterizas.
“Plantear la implantación de parques eólicos marinos requiere que se habilite el espacio para que se puedan instalar los molinos. Este tipo de infraestructura se suele localizar en aguas someras donde pueden existir conflictos entre los diferentes posibles usos del mismo espacio. Además se requieren fuertes inversiones económicas, por lo que la planificación se entiende como el instrumento que las garantiza,” explica el investigador.
“Aunque las energías alternativas –añade Suárez– suponen un medio para rebajar la dependencia de petróleo extranjero que tiene Europa, la energía eólica marina genera rechazo de los colectivos locales, por lo que el plan también funciona como instrumento para gestionar los posibles conflictos”.
Redactar este Plan Espacial Marítimo ha requerido la coordinación de numerosos agentes implicados, así como estudiar las jurisdicciones locales y tener en cuenta la diversidad de intereses y dinámicas de las áreas vecinas.
El principal reto de TPEA ha sido poner de manifiesto la naturaleza fluida y dinámica del espacio marítimo, alejado de la rigidez de las fronteras terrestres, y promover la cooperación transnacional en las áreas estudiadas. Además, se ha elaborado una guía de buenas prácticas de uso de aguas transfronterizas en la zona atlántica que servirá de ayuda a la gestión para las administraciones implicadas.
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