El reconocimiento internacional del ingeniero Emilio Herrera llegó hasta la NASA, que le ofreció trabajo mientras él vivía en el exilio en Francia. Según explica Atienza, lo rechazó porque “no quería alejarse de España, ya que pensaba que el exilio no iba a durar tanto como luego duró”. Otras fuentes afirman que declinó la oferta porque la NASA denegó su solicitud de que la misión espacial estuviera abanderada conjuntamente por EE UU y el gobierno de la República española en el exilio. Según cuenta Carlos Lázaro Ávila en su libro La aventura aeronáutica, Herrera comentó a su secretario: “Los americanos son como niños, creen que con el dinero lo pueden comprar todo”.
En la imagen un recorte de la prensa internacional de la época haciéndose eco del trabajo de Herrera.