El Profesor John H. Black trabaja en el Departamento de Ciencias de la Tierra y el Espacio de la Universidad Chalmers de Tecnología, en el Observatorio Espacial de Onsala, Suecia. Nació en Indianapolis (EE.UU.) en 1949, y estudió en la Universidad de Harvard, donde se doctoró en Astronomía en 1975. Su investigación en astroquímica se centra en el medio interestelar y los procesos moleculares que controlan la física de este entorno.
Profesor Black, ¿en qué campo desarrolla su investigación?
Me interesan casi todos los fenómenos astronómicos, empezando por las atmósferas del sol, los planetas y los cometas, pasando por los misterios de las nubes de gas interestelar, hasta las galaxias observables más distantes del universo. Los procesos atómicos y moleculares y la espectroscopía son los aspectos en común de todos estos temas de interés. Es fascinante que cosas tan diferentes puedan tener tanto en común a un nivel microscópico. Actualmente, estoy más interesado en el uso de moléculas como sensores remotos de rayos X y de partículas energéticas llamadas rayos cósmicos. Espero que esto nos lleve a un mejor entendimiento de cómo galaxias enteras, formadas por gas y estrellas, evolucionan a través del tiempo cósmico.
¿Cuáles cree que son los avances más importantes de su campo en los últimos años?
Algunos de los avances más importantes implican grandes colaboraciones internacionales en misiones espaciales y grandes telescopios. Particularmente, me refiero a los sondeos de la Cassini-Huygens para explorar Saturno, sus anillos y sus satélites; el Telescopio Espacial Herschel, que ha abierto una de las últimas fronteras del espectro electromagnético a las observaciones en longitudes de onda del infrarrojo lejano y ondas submilimétricas; y el radiotelescopio más poderoso de la Tierra, el Atacama Large Millimeter-submillimeter Array (ALMA), que va a entrar en operación próximamente en Chile. También se han llevado a cabo experimentos de laboratorio excelentes en ciencia de superficie para simular las condiciones en los hielos que crecen en las partículas de polvo interestelar a temperaturas de 10 grados bajo cero absoluto. El descubrimiento de iones negativos en el espacio se nos ha presentado como un puzle inesperado. ¡Y hay muchos más ejemplos!
¿Cuál es la importancia de un congreso de este tipo desde un enfoque internacional?
Este es el último de una serie de simposios de Astroquímica patrocinados por la Unión Astronómica Internacional (International Astronomical Union, IAU). Estos encuentros han jugado un papel determinante a la hora de hacer de la astroquímica un área de investigación interdisciplinar. Este congreso llega en un momento sumamente interesante, cuando los resultados de las nuevas observaciones hechas con misiones espaciales han alcanzado a los innovadores experimentos de laboratorio y a los avances teóricos. La Unión Astronómica Internacional ha apoyado firmemente nuestro esfuerzo para unir a astrónomos de todo el mundo.
¿Qué opina sobre la evolución de la Astroquímica en España y sobre su desarrollo futuro?
Los investigadores españoles han estado en la vanguardia de la investigación astroquímica. Es importante reconocer que nuestra investigación en astroquímica, impulsada por la curiosidad, tiene conexiones significativas con el mundo práctico que nos rodea. El deseo de comprender la química y la física de los planetas alrededor de otras estrellas también nos habla de la urgente necesidad de comprender mejor cómo funciona el sistema físico-químico de nuestro propio planeta. Recientes desarrollos en procesamiento de señal, manejo de bases de datos, y transmisiones de alta velocidad de enormes cantidades de datos en Astronomía forman parte de una actividad más amplia en el trabajo en red y tecnología de la información.
¿Qué espera descubrir su comunidad científica en la próxima década?
Seguramente descubriremos que la química cósmica es mucho más interesante y sorprendente de lo que creíamos. Seremos capaces de hacer análisis químicos de las atmósferas de algunos planetas que orbitan otras estrellas y de observar acontecimientos en el inicio del nacimiento de nuevos planetas. A la reciente identificación de moléculas muy grandes como la C60 y la C70 en el espacio, le seguirá el descubrimiento de moléculas prebióticas aún mayores. Sin embargo, en lugar de simplificarlos, estos descubrimientos probablemente complicarán nuestros intentos por comprender el origen de la vida.
John H. Black es profesor de Radioastronomía desde 1996. Ha sido profesor en la Universidad de Minesota, en la Universidad de Harvard y en el Observatorio Steward de la Universidad de Arizona. Además de su trabajo con radiotelescopios basados en tierra, tiene un programa de observación con el Telescopio Espacial Hubble (HST) y el Observatorio Espacial Infrarrojo. Ha participado en el desarrollo de una Cámara para el Infrarrojo Medio y Espectómetro Multiobjeto instalado en el HST a principios de 1997.