La investigadora británica Helen Lee ha creado un kit de diagnóstico instantáneo y de bajo coste para detectar el VIH y la hepatitis en países en vías de desarrollo. Su creación ganó por abrumadora mayoría la votación popular del Premio al Inventor Europeo 2016, cuya ceremonia se celebró la semana pasada en Lisboa. Esta plataforma ha sido ya utilizada para el diagnóstico de VIH con 40.000 personas en África Subsahariana.
La científica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) Helen Lee ha ganado el premio de la opinión pública, con un 64% de los votos, en los galardones de Inventor Europeo de la Oficina Europea de Patentes, entregados en una ceremonia celebrada en el auditorio MEO Arena de Lisboa. El invento de Lee, denominado SAMBA (siglas de Simple Amplification Bassed Assay), es una plataforma compacta de diagnóstico de enfermedades como el VIH y la hepatitis, pensado para utilizarse en regiones de escasos recursos.
“Decidí crear este sistema porque vi que era necesario. Durante un tiempo trabajé en una gran multinacional en el área de diagnóstico [Abbott Laboratories] y vi que los test que desarrollábamos estaban concebidos para su uso en países ricos”, comenta esta investigadora de 75 años en una entrevista concedida a Sinc en la capital portuguesa.
“Mi objetivo es mejorar el diagnóstico del VIH allí donde se más se necesita: los países pobres”, añade.
Según explica Lee, “las pruebas del VIH convencionales requieren un transporte en cadena de frío de las muestras de sangre que luego son llevadas a laboratorios profesionales. Este no es el entorno que nos encontramos en los países de África Subsahariana, donde la infraestructura es insuficiente y ni siquiera la red eléctrica funciona bien”, destaca.
Por ello, se propuso simplificar todo el proceso. “En estos países la gente viaja grandes distancias, muchas veces a pie, para ir al médico. Quería que en esa misma visita pudieran hacer el análisis y se llevaran ya el tratamiento”.
Su invento permite hacer el análisis de sangre y, en cuestión de minutos, dar la información de la carga viral, algo fundamental para suministrar el tratamiento adecuado. No requiere de personal entrenado –en diez minutos se aprende a manejar– ni de infraestructura clínica. Funciona enchufado a la red eléctrica o con baterías de ocho horas de duración y no se ve afectado ni por el calor ni la humedad. Además, da resultados a simple vista, en lugar de depender de complejos microscopios o costosas técnicas de visualización.
Una máquina de diagnóstico premiada por su diseño
SAMBA realiza el análisis mediante una muestra de sangre del paciente que se coloca en la máquina donde se inserta una varilla, similar a las de test de embarazo, impregnada con ácidos nucleicos. Estos productos químicos no precisan refrigeración y amplifican el ARN viral en la muestra hasta generar un cambio de color en la varilla: dos líneas rojas indican que la muestra es positiva, una línea que es negativa y si no hay línea es porque la prueba no es válida.
La investigadora y emprendedora Helen Lee fue una de las premiadas por su sistema SAMBA de analisis rápido de VIH y hepatitis para países de escasos recursos. /EPO
La máquina tiene un aspecto compacto parecido al de una cafetera de cápsulas. Su diseño, obra de la empresa sueca Myra Industriell Design, ha recibido varios premios. “Además de funcional, queríamos que fuera estéticamente bella. No por ir a países pobres tiene que ser cutre”, remarca Helen Lee. El sistema puede ser controlado desde una aplicación de smartphone o tableta, que ha sido también realizada por el equipo.
Para el desarrollo y distribución de SAMBA, Lee creó una empresa llamada Diagnostics for the Real World (DWR), una spin-off de la Universidad de Cambridge, que también cuenta con una sede en Sunnyvale (California). El sistema fue lanzado en 2011 y desde entonces ha sido utilizado para diagnóstico de VIH con 40.000 personas en Malawi y en Uganda, en cooperación con Médicos sin Fronteras y otras organizaciones de ayuda humanitaria.
Un de las principales innovaciones de esta tecnología es que detecta el virus directamente en la sangre, no los anticuerpos, lo cual permite diagnosticar de VIH a niños menores de 18 meses, ya que los pequeños a esa edad aún no han desarrollado anticuerpos para luchar contra la enfermedad y es muy probable que mueran antes de cumplir dos años si no son tratados.
Hacerlo bien y hacer el bien
Además de VIH y hepatitis, la plataforma está preparada para diagnosticar gripe A y B, gonorrea y clamidia. La firma está ultimando ahora una nueva versión (SAMBA II), que está siendo sometida a ensayos clínicos y cuyas mejoras permitirán suministrar diagnósticos más rápidos y cubrir más enfermedades, señala Lee.
Aunque SAMBA podría servir también para diagnosticar el virus del zika, Lee prefiere centrarse en enfermedades que son más constantes, para las que ya hay protocolos de control y seguridad establecidos, que en nuevas epidemias.
El modelo de negocio de DWR es un tanto peculiar. “Limitamos nuestros beneficios al 50% y tenemos ayudas de instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), Wellcome Trust y Unitaid, entre otros”, dice Lee.
“Somos una empresa que mantiene el espíritu de hacerlo bien y hacer el bien [doing well and doing good]. No sé si tienen una expresión similar en español”, dice con su perenne sonrisa.
La semana pasada se entregaron en Lisboa los premios Inventor Europeo 2016 en sus seis categorías. Otorgados por la Oficina Europea de Patentes, pretenden honrar a inventores que con su trabajo “han hecho una contribución al desarrollo social, al progreso tecnológico y al crecimiento económico”. Unos 600 invitados del mundo de la política, los negocios y la academia asistieron al evento.
Además de Helen Lee –que se hizo con el premio de la opinión pública– destacan los físicos alemanes Bernhard Gleich y Jürgen Weizenecker, que ganaron en la categoría de industria con su tecnología de imágenes mediante partículas magnéticas (MPI) en tiempo real de los tejidos del cuerpo.
En la categoría de investigación el galardón fue para el neurocirujano Alim-Louis Benabid (Francia), por haber revolucionado el tratamiento del párkinson y otras enfermedades neurológicas con el uso de alta frecuencia de estimulación cerebral profunda.
Por su parte, los daneses Tue Johannessen, Ulrich Quaade, Claus Hviid Christensen y Jens Kehlet Nørskov ganaron en el apartado de pymes por la aplicación de amoniaco en forma sólida para reducir la contaminación del aire de los motores diésel.
El ingeniero químico estadounidense Robert Langer obtuvo el premio de países no europeos con su invención de plásticos biodegradables que encapsulan fármacos contra el cáncer.
Para acabar, el ingeniero Anton van Zanten (Alemania) se llevó el premio a la trayectoria de toda una vida por sus contribuciones a los sistemas de seguridad para automóviles que han salvado miles de vidas y que ahora son obligatorios en los coches nuevos.