La oceanógrafa Ángeles Alvariño será la primera homenajeada en el Día da Ciencia en Galicia (1 de junio), la celebración promovida por la Real Academia Galega de Ciencias (RAGC) que viene a sustituir al Día do Científico Galego para darle un carácter más abierto y una mayor dimensión a la conmemoración. El homenaje, que coincide con el décimo aniversario del fallecimiento de la investigadora, fue aprobado unánimemente por los académicos con base en las importantes contribuciones de la científica ferrolana al conocimiento de las especies animales marinas más pequeñas.
Ángeles Alvariño fue, a mediados del siglo XX, la primera científica que trabajó en campañas oceanográficas llevadas a cabo por navíos de exploración británicos. A lo largo de su carrera describió 22 nuevas especies marinas y está reconocida como una autoridad mundial en determinados tipos de zooplancton, el conjunto de diminutos organismos animales que sirve de alimento a especies más grandes en el oceáno.
Aunque el Día da Ciencia en Galicia se celebrará oficialmente el 1 de junio, gracias a la colaboración de la Fundación Barrié, del Instituto Español de Oceanografía (IEO), de la Xunta de Galicia y de otras entidades, las actividades conmemorativas se extenderán a lo largo de varios meses.
Ángeles Alvariño es la primera figura femenina que protagoniza la reivindicación del valor de la ciencia hecha en Galicia a través de sus representantes históricos más destacados. En las ediciones anteriores fueron homenajeados el naturalista Luis Iglesias, el matemático Enrique Vidal Abascal, el geógrafo Isidro Parga Pondal, el ingeniero agrónomo Cruz Gallástegui, el astrónomo Ramón María Aller Ulloa, el químico Antonio Casares y el humanista Padre Feijóo.
Brillante carrera internacional
Ángeles Alvariño nació en 1916 en Serantes (Ferrol), donde comenzó sus estudios en el Instituto Concepción Arenal. Después de hacer el Bachillerato en Santiago de Compostela y de que su padre, médico, le recomendase no seguir sus pasos, se marchó a Madrid a la Facultad de Ciencias Naturales. La Guerra Civil interrumpe sus estudios, por lo que, recién casada con un capitán de navío, regresa a Ferrol, donde imparte clase en centros de educación secundaria, aprende idiomas y tiene a su única hija.
En 1941 terminó la carrera y en 1948 comenzó a trabajar en el Instituto Español de Oceanografía (IEO) en Madrid. En 1952 se trasladó al laboratorio del IEO en Vigo y un año después recibió una beca del British Council para el Laboratorio de Biología Marina de Plymouth (Inglaterra), una estancia de investigación al lado del reconocido oceanógrafo Frederik Strattten Russell que marcó el inicio de su trayectoria como experta mundial en zooplancton e ictioplancton (huevos de larvas de pescados). Después de sufrir la prohibición de participar en campañas a bordo de buques españoles a consecuencia del franquismo, Alvariño se convirtió en la primera científica en trabajar en navíos de exploración británicos. Allí descubrió la presencia de especies en las costas inglesas y francesas hasta entonces restringidas a otras zonas.
En 1955 regresa a Vigo y sigue sus investigaciones, en gran parte gracias a las redes para plancton diseñadas por ella misma y que los pescadores utilizaban para llevarle muestras a tierra.
Los mayores expertos en el grupo en el que centraba sus estudios, los quetognatos, estaban en los Estados Unidos, por lo que, gracias a una prestigiosa beca Fullbright, se trasladó al Woods Hole Oceanographic Institute (Massachusetts), donde colaboró con la experta zooplanctóloga Mary Sears. Ella fue quien la recomendó a Roger Revelle, director de la Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California, donde trabajó hasta 1969. Desde entonces hasta su jubilación, en 1987, estuvo en otro importante centro de investigación, el Southwest Fisheries Center, desde donde se trasladó varias veces a la Antártida para participar en campañas oceanográficas. Posteriormente, continuó trabajando cómo científica emérita, período en el que realizó estadías como profesora visitante en universidades de México y Brasil, debido sobre todo a que entre 1977 y 1979 había sido la coordinadora de la investigación oceánica de los países latinoamericanos.
Alvariño falleció en 2005 en La Jolla (San Diego), donde llevaba establecida casi cincuenta años y donde hoy sigue viviendo su hija, Ángeles Leira, una reconocida arquitecta y urbanista ya jubilada. Sus más de cien trabajos científicos, muchos de ellos publicados en prestigiosas revistas, son un importante legado en el ámbito de la distribución geográfica y de la ecología del zooplancton, y de las relaciones de este con el medio ambiente marino, sobre todo como indicador de corrientes oceánicas. En sus últimos años le dedicó un especial interés a la reivindicación de la historia de la oceanografía española. Con el patrocinio de la Xunta de Galicia, publicó el libro “España y la primera expedición científica oceánica, 1789-1794”, en el que situaba la expedición española de Alejandro Malaspina un siglo antes antes que la del navío británico Challenger, considerada comúnmente como la pionera.
Sus colegas le pusieron su nombre a dos nuevas especies: el quetognato Aidanosagitta alvarinoae y la hidromedusa Lizzia alvarinoae. En 1993 le fue concedida la Medalla de Plata de Galicia y en 2005 la Universidade da Coruña le dedicó la Semana de las Ciencias. En el año 2012 el IEO botó un buque oceanográfico que fue bautizado con el nombre de Ángeles Alvariño y que desde entonces es uno de los principales recursos de la investigación marina española.